julio 18, 2009

THE BIG SHAVE

ahí va un tajito. otro. a toda carrera. uno más. se ve la carnecita. chorrea el jugo caliente y pegajoso. lindo mirarte las piernas alisadas de pronto, ahora más blancas, con tiritas bordó. y ni hablar de mi cara mientras la va afeitando a la carrera mi mano huesuda y negra. le imprimimos el ritmo de la crema y parece de limón con jarabe de frutilla. estás para comerte. el vapor sube desde la pileta pero el espejo no sabe que ahí abajo el cuerpo continúa, sí, porque hay más, no es una cosa partida, sin mortaja, lo que pasa es que no se ve. lo que pasa es que en la desnudez siempre estamos incompletos: la desnudez pide ser completada con otra desnudez. y vos aquí, para enterarte conmigo de estas cosas. las gotitas de crema y frutilla tienen puntitos negros, chispas de chocolate. la piel no sabemos dónde está realmente, si algo la cortó, si fue el aire frío en contacto con el agua caliente, si un organismo unicelular la carcomió, o si sencillamente la carne tiene por destino brotar, ganar la luz y solo eso importa. la desnudez es contagiosa. creo que hago lo mismo dos veces, junto agua en las manos y la echo en mi cara, parezco imitarme. actúo como si no me estuvieras observando. veo el ardor en la contracción de mi cara, enflaquecida de pronto. tengo mucha sed, merodeas con la vista debajo de la ducha, las tiritas de tus piernas, la crema de limón con frutilla. la carnecita late, una invitación al interior del magma. de manera que así somos cuando en verdad estamos desnudos.

No hay comentarios: