veo venir los días
(pero no hay nadie)
a la quietud;
entrar
(pero es el aire)
erguidos de neblina
y yo sin ramas para encender
la antorcha que me sacaría.
ceremonia inútil
esta de hurgar con otros ojos
el alimento de mi especie.
muchas veces me derramé a la siesta
en su nombre con tal de no morir.
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