agosto 15, 2009

ME ENTRETUVE CON TU LUZ

Ahora me tiendo, esperá un segundo. Estuve pensando mucho en esto. Escribo mucho sobre gente que se tiende y permanece así, esperan, supongo, y a veces la inmovilidad los consume o está presente como una amenaza. Pero ahora que me tiendo aquí en el pasto, sabés, la cosa pinta de otro color.
Me saqué la remera y el sol es inmenso, basta estirar los dedos y te calcina dulce y lento. Voy a la mitad de una novela de Ítalo Svevo, Corto viaje sentimental. De alguna forma es una teoría del viaje, vivir lo es, y después de todo, ¿Qué no es vivir?
Acabo de bajarme del tren. Fui a encontrarme con mi bicicleta nueva. Es decir, la compré en el Tigre, la hice llevarme a la estación de trenes y la cargué en el primer vagón. Nos vinimos juntos, tratando de entendernos, a partir de ahora las calles me pertenecen siempre que ella sea mi cómplice. Un dato importante y seguramente tonto: fue la primera vez que viajé en tren, en toda mi vida. Me acabo de dar cuenta, hubiese preferido otro tipo de viaje, con vos por ejemplo. Es tonto decirlo porque suena a “cómo imaginás tu primera vez”. Y sí, con vos, siempre.
En fin, si la vieras te subirías al vuelo. Te llevaría a pasear. Es muy linda. Me gusta que sea linda y bonita y no “fantástica” o “hermosa como el sol”. Me gusta que existan palabras donde sabemos encontrarnos todos, sin distinción de raza, religión o ideología. Me hace reír pensar tamaña boludez. Ahora ella también descansa a mi lado. La dejo tomar el sol y de paso juego con la kalimba que te compré y, ya ves, no pude regalarte.
Es un instrumento muy curioso, me olfatea los dedos y les saca sonidos pero que a mí me parecen olores que se pueden ver y degustar. Como con vos, igual. Juego mucho con ella.
Me doy cuenta de que por fin estoy en otra ciudad, no es tarde, por suerte, y me tocan días luminosos. Lo mismo me había pasado en Perú: recién cuando me trepé a una bici pude construir el lugar, hacérmelo a medida. Supongo que de ahora en más todo andará sobre ruedas. No puedo estarme quieto, ya sabés, siempre sabés más de mí que yo mismo. Tenía un amigo que dejó de serlo cuando sugirió que mi necesidad de movimiento constante obedecía a que no quería pensar, decía que huía de lo verdadero, así decía, él tan sedentario y grasoso que era. A mí me ocurre al revés, estarse quieto te empequeñece, viste, la presión atmosférica a la noche te reduce el cuerpo por lo menos dos centímetros y si encima (o debajo) te ponés triste, más enano quedás. En serio te digo estas cosas, para que te des cuenta de lo grande que sos. ¿Ves que te reíste?
No sé porqué te cuento esto, mirá, es raro. Quiero decir, a ver, ¿te acordás de los ciclos? Que uno gira y da mil vueltas, como un espiral o las ondas en el agua cuando algo golpea la superficie (casi digo conmueve su mansedumbre, qué manía esta de decir una cosa por otra), bueno, ¿te acordás?, ¿sí o no? En fin, había un ciclo del fantasma, al principio: me sentía inconsistente, igual que humo de cigarrillo, invisible e impalpable. Después vino el ciclo de la carne viva, que era el antídoto contra la soledad a la vez que una invitación a sentir, algo así como una abertura por donde colarse, viste. Sí, vos la viste a la abertura, eso quiero decir. Bueno, resulta que ahora sospecho una transición a un ciclo de solidez aérea. Todavía no sé explicarlo muy bien, tiendo a mezclar las cosas de un modo cada vez más idiota: sueños con la dura realidad, ejemplos son las clases de piloto civil en San Fernando, las clases de natación en el gimnasio de la esquina, las vueltas en bicicleta, los dibujos sobre papel negro con las acuarelas, la musiquita que sale de mis dedos y los planes de una novela sobre un viaje. No sé, digo que los mezclo porque al parecer todo eso soy yo y por eso mismo decía que era idiota.
Lo que sí puedo decir es que en cada ciclo estuve solo, de cierta forma, y últimamente solísimo. Lo curioso es que en este siento (esa palabra, en fin) siento que hablo de mí y (acá viene lo curioso) no soy yo. Me pellizco y trato de mirarme adentro del espejo. Es evidente que algo de eso soy y al mismo tiempo si me vieras dudarías en saludarme y lo más probable es que sigas de largo y a las dos cuadras se te disipe la duda, no, no era y olvidés el asunto porque de eso estamos hechos, de olvido y olvido es todo lo que nos acecha cuando nos despedimos. Así de paranoico soy, ya sabés.
Otro dato extraño en este ciclo es la falta de destinatarios. Sí, soy un hombre sin destinatarios que sin embargo escribe para vos. A lo mejor por eso escribo, porque no estás. Me gustaría hablar largo y tendido de esto. Tendido ya estoy, pero largo, difícil, no puedo ser más petiso, fijáte. No es gracioso, es más bien para agarrarse las rodillas y rodar hecho un bicho bolita por el parque. Podríamos jugar a eso algún día. Algún día, mejor no mencionar esa frase, me recuerda que no puedo ver un futuro muy largo, quizás porque no lo imagino es inmenso y por eso mismo los demás no pueden verlo conmigo, o no quieren, andá a saber, de allí la falta de destinatarios, ¿no? ¿vos qué decís? Los destinatarios son siempre aquellos que no vienen.
¿Cómo se dice?, ah, ya sé, de mi voz hice una puerta abierta. No pienso, ahora que estoy tendido, en destilar tristeza, al contrario, falta mucha incertidumbre en lo que seré y eso es bueno, asegura que vendrán novedades. De todas maneras adopto la frase de una actriz, la leí en la contratapa del Clarín, para qué nos vamos a hacer los eruditos a estas alturas, si lo importante es hablar nomás, ¿no?, no te vayas a reír todavía pero la frase dice: “vivo sin esperanzas y sin memoria”. Las frases son tontas, yo soy tonto, un tonto enorme y tendido panza arriba.
Sonrío, sabés, con esa calidez propia de los encuentros, el pasto demora el sueño pero ya lo anuncia, quisiera escucharte, en serio, que me dijeras algo, saber que llegaste a estas palabras y que te dijeron algo, te dieron a respirar mi aliento, me estoy por dormir tendido al lado de mi bici llevadora y nueva, el sol cura las llagas, hace sentir, hace saber que me entretuve con tu luz y dimos vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el ciclo del ciclista!!