abril 27, 2009

EL TIEMPO DE LOS POBRES

el tiempo de los pobres es distinto. el caldo espesándose al fuego largamente, embrujándose de sabores. las caras sin esperanza de los invitados. el arrebato fugitivo por las calles atiborradas de publicidad: comprá, gastá, pagá en cuotas, ganá. y los que no tienen ni para empezar guardan las manos en los bolsillos y se tragan el aire nauseabundo de la ciudad. y los que recién empiezan cuentan las horas, cuentan el precio al que tuvieron que vender algunas horas de su alma y dicen sin poner la vista al mismo nivel: ¡sí, señor! ¡cómo no, señor! ¡por nada, señor! suman, dividen, conspiran para que la máquina siga funcionando. con la grasa de sus cuerpos lubrican sus mecanismos y siempre al final es una enorme resta.
¿por qué así? ¿por qué no una felicidad más sensata? ¿cómo no salir y envolverse de dinero y telas agradables en vez de esta grafa? ¿cómo no recorrer las librerías y los cafés disertando sobre las posibilidades de la nueva narrativa argentina o del nuevo cine argentino que, dicho sea de paso, ya empiezan a quedar menos nuevos de tanto uso que le dieron? ¿cómo no posar para las cámaras en corrientes? ¿cómo no atarse a una colmena y devorar la miel en vez de ser la abeja? ¿por qué así?
el tiempo de los pobres lo miden los monederos, las tarifas, las fechas de vencimiento, las cuadras repletas de basura ¿o era gente sucia?, los domingos sin fuerzas para sonreír, los bondis atestados, los trenes a punto de reventar, los subtes donde la carne se muele, las veredas donde los cuerpos se enmarañan y luchan hasta perder su consistencia.
el tiempo de los pobres suelen visitarlo muy de vez en cuando para las elecciones que cambiarán el futuro, para los documentales que ilustrarán el presente, para los ensayos que constatarán la ferocidad del pasado.
los carriles del tiempo de los pobres son más lentos porque siempre parecen el tráfico a la hora pico, aunque a nadie se le escapa que no llevan a ningún lugar.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

el tiempo, es ya, acaso una posesión
¿qué cosas de todas las que proferimos palabras más o palabras menos en verdad olimos, tocamos, vivimos? no sé... aún con tu descripción, la pobreza, esa, la del hombre, la del pobre, la del pobre hombre, la del hombre pobre... parece cada vez (y de nuevo el tiempo) más in-descritible, inabordable. ¿Acaso estaremos intentando hacernos los pobres cuando nos hacemos los entendidos o los comprensivos de la pobreza? ¿Acaso se habrá puesto de moda la des-ventaja de mi /sin el otro, digo, mejor, del otro que no soy, pero al que quisiera parecerme? Acaso, lastimosa lástima que apretuja qué letra, qué humo en qué frasco nos conduce a qué experimento de qué vivencia mística de todo lo que queremos tocar en el otro sin que nos toque del todo...

juan pas dijo...

bueno bueno bueno, con quién tendré el gusto de gustar estas palabras, no sé, no sé. nada más frívolo que ser o parecerse al otro, nada más aburrido. soñé que me divertía y percibí al abrir los ojos que era domingo, que todo el domingo era mi tiempo para otro. que mi tiempo era el que pagaba la comida esta semana. pero que acaso no me pertenecía: la única posesión es el cuerpo, y a veces también se vende.uno siempre es sin el otro, no veo qué des ventaja pueda haber allí, en situación tan común. a menos que se piense que el otro en verdad puede hacer algo por el uno, lo que nos conduciría a una saturación de in significancias en las que descuellan los redentores y los verdaderos místicos. supongo que el alcance de lo que uno hace por el otro culmina en pensarlo, en recordarlo, nombrarlo, desearlo, no sé si en comprenderlo. qué curiosa pretensión, banal me parece, sería esa. por otro lado quién qué puede decir lo que uno es, lo que soy o no soy, si lo mejor es decir-se que uno es qué, en esa curiosa transición de hábitats. pero hablaba del discurrir del tiempo cuando no hay forma de hacerlo rodar cuesta abajo. ¿será hacerme el pobrecito? ¿bastará con escribir cualquier cosa para no parecer un pobrecito?¿de que tendremos que hablar? ¿tendremos que hablar? uno habla porque se le da la gana, esa es su ganancia: decir con la lengua bien puesta. ¿si me interesa abordar describir identificarme mistificar la experiencia?¿comprender o ni siquiera, hacerme el comprensivo, actuar de comprensivo?¿parecerme al otro? no, me interesa vengarme de mis días, si la escritura sirve, es para eso. ¿por qué razones habría yo de decir la verdad o de mentir, mejor aún, de decirte la verdad o de mentirte? si la base de la escritura fuera la experiencia solamente, no se podrían escribir tantas cosas. a mí no me corresponde ser el tema de la escritura, me corresponde ser la escritura, ahí en ese ritmo, en esos pliegues del discurso, en las palabras, en el modo de decirlas, ahí estoy yo. en todo caso qué penosa pausa mental qué certidumbre ufana qué mal habida conclusión habrá moldeado qué significancias qué decisiones qué tus palabras. las modas y las des ventajas pertenecen a tajadas de una pelota con la que no juego. y a pesar de los devaneos de sesos y corazón, siempre me gusta la frase de oliverio cuando dice qué nada toco en todo. salú.

Anónimo dijo...

y sin embargo uno dirige las palabras, y chocan con lo que encuentran, van sin rumbo, pero dirigidas, como los pobres, ¿no? tus palabras dirigidas a otro, a ese anónimo que decís tiene una certidumbre que no le incumbe, ¿y tu certidumbre? tampoco te incumbe, :en la cumbre no hay nadie y en la escritura tampoco.

juan pas dijo...

no, en la escritura no hay nadie, si bien nadie podría escrbir como yo, ni siquiera yo mismo. y la certidumbre no me incumbre, razón a vos, yo también lo creo. no le incumbe a nadie. se me ocurre que en el barullo de decir pobres alguien siente que le tocan el culo, no sé. tanta ligúisticidad, como si los pobres fueran un invento de la literatura.

Anónimo dijo...

para el primer anónimo: sos un pedazo de snob alienado y sin retorno borrate boludazo

Unknown dijo...

por mas y mejores venganzas, la ironia me rompe las pelotas