abril 05, 2009

TODO ESTÁ PODRIDO

_ Todo está podrido. Fue lo primero que dijo Pedro cuando el subte se detuvo y abrió sus puertas a ese aire alérgico y crudo de las catacumbas. Un hombre de traje y corbata miraba sin moverse, colgado del pasamanos, estorbaba el paso de los que se iban empujando, ¿bajaba? ¿quería sentarse? Pedro, que empujaba más, entró al vagón y miró a todos a la cara. Apestaba rancio y era enorme, como de dos metros, entró enojado, quitándose a la gente de encima, despejando la maleza del camino. Estaba demasiado borracho.

_ ¿Me dejás pasar? Quiero asentar el culo que no veo nada.

Rodeó al estorbo y le ganó el asiento a una vieja con marido alfeñique y también viejo, casi occiso. La cara de molesta de la vieja llamó la atención del gigante.

_ ¿Te querés sentar?... Eh, vieja, ¿te querés sentar?

La vieja arrugó la frente, echó aire entre los dientes falsos, se espantó contra el piso, tomada de la mano de su marido pusilánime.

_No, no, está bien.

A su lado un muchacho, también medio ebrio, lo miraba con detenimiento. Era difícil saber cómo alguien podía llevar un cuerpo así por las calles.

De su cara colgaban helechos blancos y gruesos de días y días, era blanco pero lo estaba quemando el vino barato, alguien le había cerrado el ojo derecho. Era un cíclope, de seguro. Cargaba un bolso de viaje y una bolsa de papel desbaratada de donde salían una toalla roñosa y tres mignones, los abrazaba como tesoros, miraba a los demás con desconfianza, sonreía, gruñía, respiraba con dificultad. Un chorro de sangre conectaba la nariz con la boca.

_ Todo está podrido. Todo está podrido. Mirá ese pibe chorro. Nadie se da cuenta. Yo, yo. Mirá, si lo agarro, le meto una mano que lo estrello contra el vidrio. ¿Querés ver?... ¿Para dónde tengo que ir? Para ir a Constitución, ¿para dónde tengo que ir?

_ Hasta Carlos Pellegrini.

_ ¿Ya estamos?

_ No, falta un poco todavía.

_ Ah.- dijo y comenzó a mover el índice de un lado al otro- ¡Eh, vieja! ¡Vieja! ¡Vieja!

La vieja quería arrojarse bajo las vías. Iba de su marido a Pedro a su marido a Pedro. Dale, decíle algo a ese pedazo de hijo de puta. El marido fingía interés en las estaciones que iban quedando atrás y en las que iban apareciendo a los pocos minutos, gente que bajaba, que subía. Viejo cagón.

_ Vieja, miráme. Yo no te falté el respeto. ¡Che, vieja! Yo no te falté el respeto. Vos sos vieja igual que yo. ¿Todo bien? Jejeje. Si tenemos la misma edad, vieja.

Un adolescente pintado tras una mascarita engreida fue a ocupar el asiento frente a Pedro. Él intentó levantarse pero era muy complicado con todas esas bolsas, sin embargo le extendió la mano para saludarlo.

_ ¿Todo bien?

_ ¿Eh?

_ ¿Todo bien?

_ Sí.

_ Qué, ¿no me vas a dar la mano? Te estoy diciendo que está todo bien pendejo.

Los pasajeros de pronto enmudecieron.

_ Escucháme pendejo, ¿qué es lo que no te cabió? Yo te saludo de onda. ¿Qué es lo que no te cabió? ¿No me vas a dar la mano?

_ Salí, no jodás.

_ ¡Qué te pasa! Vos ni sabés con quien estás hablando. Rescatate pendejo- dijo Pedro forzando al arruge del pendejo, que se escondía adentro de los auriculares de su mp3, pensando en terminar ese viaje interminable ahí mismo. El miedo apestaba el lugar, el pendejo se armó de valor para bostezar de manera natural y en cambio le salió algo así como un disparo con el dedo.

_ ¿Qué hacés pum? ¿A quién le hacés pum? Qué, ¿tenés un fierro acaso? ¿Querés saber lo que es un fierro? ¿Querés ver? Porque yo tengo un fierro que hace ¡pum!... mirálos, estos ni saben lo que viví. Se tendrían que arrodillar y pedirme perdón. Escuchá, yo ni ahí con la gorra, miráme, pero tendría que venir dos días nomás, dos días, pero no quedarse a vivir, hacer una limpieza étnica –su mano barría el vagón y no quedaba nadie, luego señalaba una herida fresca- Mirá, le comí un diente. Un combate que tuve. Jejeje. Salí segundo… ¿Dónde estamos?

_ Carlos Pellegrini. Acá es.

Cuando bajó, el pendejo regresó del infierno, la vieja recobró la dignidad que la empalidecía pero el viejo siguió ahí, empalado. La muchedumbre demoró un rato en absorberlo.

No hay comentarios: