abril 15, 2009

A MORIR AMOR IR A MORIR

miles de veces habían hecho lo mismo por primera vez. de a poco el sudor los envolvía bajo su superficie de nylon, el choque de los cuerpos, semejante a una caída libre desde un avión, iba aniquilándolos. aquí era el lugar. un olor caliente difundía la agitación por los dormitorios vacíos, planos de oscuridad. aquí era el lugar adonde nadie más llegaba. m. había dejado de pensar desde el principio. luz nadaba con la espalda en arco, se sumergía con los ojos ansiosos de infinito. no buscaba los límites pues estos crecían tanto que se volvían inconcebibles. seguía el trayecto de la baba, de la gelatinosa posesión de las rodillas, la espasmódica turgencia de los pechos, la consentida invocación al abismo. aquí era el lugar donde m. supo que moriría.
estaban desnudos y aturdidos. m. se frotaba los párpados y luz se acariciaba el pubis. brotaban burbujas amarillas, naranjas, violetas, rojas. en unas horas amanecería. las bocas amargas ya no soportaban más besos y la dureza simulaba perplejidades de otro cosmos. luz iba de su pubis a su boca a la boca de él a su pubis a su boca a su boca a su boca a su boca a su pubis a su boca a su boca a su boca.
_ ahora conozco todos tus secretos. ahora por fin lo sé.
las manos de m. se enfriaron y el estómago se anudó como un pasillo de cementerio.
luz se trepó al abdomen de m. y miró para decir que comprendía. algo detrás de esas pupilas enormes originaban pánico y deseo.
se inclinó agitada y le besó el cuello. él oía esa respiración de animal enfurecido. luz iba y venía, se revolvía encima de él. ensambló su cuerpo con el cuerpo de él, comenzó a envolverle el cuello lentamente, a presionar con los pulgares. él miraba y comprendía. intentó aferrarle las muñecas pero de inmediato las soltó y abandonó cualquier defensa. esos ojos negros eran los ojos que lo estaban viendo caer, que lo invitaban. ella apretaba con más fuerza, le derramaba gotas de sudor en la cara, las venas se le hinchaban, la piel rojísima bullía. abría la boca sin resistencia. los dedos de luz se partirían en cualquier momento. podía escuchar cómo se iban resquebrajando los huesos sin distinción. los cuerpos perdían consistencia, empalidecían. m. se negaba a cerrar los ojos pero un peso gigantesco los aplanaba desde los pies.
la espuma a orillas del mar, la marea creciendo sobre su inmovilidad, el tacto conociendo un frío de agujas, un veneno helado que aquietaría el estallido en su cerebro ¿la vida era incandescencia? ¿qué encontraría bajo el agua?
luz se revolvía orgásmica, furiosa, llovía cabellos. m. no quería cerrar los ojos. por fin la conocería tal y como era, comprendería para sí todas las cosas y no se las diría a nadie, escaparía con el secreto. ella se lo estaba regalando y por eso creyó sonreír, aunque ya sin aire. había vivido en esta espera y ahora por fin encontraba esas pupilas que lo verían entrar quieto en la noche. no alcanzó a cerrar del todo sus ojos. ella siguió hasta sentir un espasmo en el vientre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

él que mucho mira, poco aprieta? la fiereza es sólo de ella? o es parte refleja de tu mirada que desea abarcar la vida sin un parpateo? sacudirse orgásmicamente, es sacudirse en el placer? Lo dudo en este caso . Amor que no correspondés? No lo creo. Mera calentura oftalmológica? Tampoco. Echar mano de ese goce perverso que es vérselas de vez en cuando con algo de la muerte que nos habita? Tal vez
saluditos amables de tu chat-friend
fercita